El Corán describe tres estados principales del yo interior humano (Nafs): el yo interior dominante (an-nafs al-ammārah), que se inclina hacia los deseos y los pecados y debe ser disciplinado; el yo interior autorreprochador (an-nafs al-lawwāmah), que vacila entre el bien y el mal pero siente remordimientos y abre el camino al arrepentimiento; y el yo interior tranquilo (an-nafs al-muṭmaʾinnah), que está contento con Dios, en paz mediante la fe, y al que se le ha prometido la recompensa del Paraíso.
El ser interior dominante (an-nafs al-ammārah)
El yo interior dominante (an-nafs al-ammārah), que se inclina hacia los deseos y pecados y debe ser disciplinado.
Y yo no digo que mi alma sea inocente pues es cierto que el alma ordena insistentemente el mal, excepto cuando mi Señor tiene misericordia.Es verdad que mi Señor es Perdonador y Compasivo.
Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular.
El yo interior autorreprochador (an-nafs al-lawwāmah)
El yo interior autorreprochador (an-nafs al-lawwāmah), que vacila entre el bien y el mal pero siente remordimientos y abre el camino al arrepentimiento
Aquéllos que cuando cometen una indecencia o son injustos consigo mismos, recuerdan a Allah y piden perdón por sus faltas - porque ¿quién perdona las faltas sino Allah? - y no reinciden en lo que hicieron después de saberlo.
El ser interior tranquilo (an-nafs al-muṭmaʾinnah)
El ser interior tranquilo (an-nafs al-muṭmaʾinnah), que está contento con Dios, en paz mediante la fe, y al que se le ha prometido la recompensa del Paraíso.